«Padre nuestro que estás en los cielos»
El mes de junio tenemos la ocasión de recordar y agradecer el amor de nuestros padres. Los padres de familia tienen una misión muy especial. Están llamados a ser reflejo del amor del Padre. Como dice el título de este artículo, que recuerda la oración cristiana por excelencia, el Padre está en los cielos. Pero en la tierra hay un corazón que ama con esa misma fuerza de Dios que es nuestro papá. Por eso dedicamos este artículo a ellos que nos recuerdan la belleza del amor paterno.
Introducción:
Un miembro de la familia puede leer en voz alta la siguiente introducción.
Nos reunimos en familia para reflexionar y así agradecer a nuestro papá todo el bien que ha hecho por nosotros. Él ha sido, en cierta medida, el corazón de Dios para nosotros. Por eso hoy dedicamos este día en familia para darle gracias.
Lectura:
Se lee en familia el siguiente texto de la escritura:
«Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas como también nosotros hemos perdonado a los que nos ofenden; no nos pongas a prueba y líbranos del mal»
Mt 6, 9-13
Reflexión individual y familiar:
Se pueden servir de estas ideas para reflexionar sobre el texto antes leído.
Este texto es uno de los más conocidos para nosotros los cristianos. Jesús enseña a orar a sus discípulos a través de esta bella oración. En el fondo es una síntesis de nuestra fe. Creemos en un Dios que es Padre. Que es Padre no sólo de cada uno de nosotros sino de toda la comunidad cristiana. Por eso nos dirigimos a Él como: Padre nuestro. Se ha iniciado este artículo haciendo énfasis en que los padres de familia son imagen de Dios Padre. Ellos nos aman con el mismo corazón de Dios. Es por eso que analizaremos algunas acciones que se atribuyen a Dios y las veremos reflejadas en nuestros padres de familia.
Danos hoy nuestro pan de cada día
Una de las maneras en que nuestros padres nos recuerdan al amor de Dios Padre es a través de los dones materiales. Nuestros papás están llamados a darnos todo lo que necesitamos para vivir y para ser felices. Ellos se desviven por buscar la manera de darnos lo que más necesitamos. A veces incluso nos dan cosas que quizá parecen superfluas, pero ellos saben que nos harán felices. Nosotros no conocemos los sacrificios que esto implica para ellos. Quizá podernos dar comida, escuela, casa, algún regalo especial les ha implicado a ellos renuncias. Ellos podrían gozar del dinero que producen con su trabajo para si mismos, pero lo dan todo para que sus hijos puedan desarrollarse y ser felices.
Es así como los padres de familia se vuelven reflejo de la providencia divina. Dios Padre jamás nos abandona y siempre nos da lo que necesitamos. El Evangelio nos dice que Él sabe lo que necesitamos antes de que nosotros se lo pidamos (cf. Mt 6, 8). Así sucede también con nuestros padres de familia. Son los que más nos conocen y saben cuánta ilusión nos da algo y por amor a nosotros hacen todos los sacrificios posibles con tal de dárnoslo. Es así como podemos decir de ellos, como decimos de Dios Padre, que ellos nos dan hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas
Otro aspecto del amor paterno es el perdón de las faltas. El amor de los padres se manifiesta también con el aspecto del amor misericordioso de Dios. Ya vimos que los padres de familia son reflejo de la providencia divina. También son reflejo del corazón misericordioso y bondadoso del Padre. Un padre de familia es el único que perdonará las ofensas más graves que podemos cometer. Él conoce la profundidad de nuestro corazón. Él nos ha visto crecer y sabe de dónde vienen nuestras reacciones y es por eso que nos comprende y nos perdona.
El corazón de los padres es en donde podemos encontrar un descanso. Ellos son como el padre de la parábola del hijo pródigo que nos esperan con los brazos abiertos aún a pesar de que nos hayamos ido de casa, hayamos malgastado la herencia y regresemos como mendigos. Sólo el corazón de un padre es capaz de esperar y esperar hasta que su hijo regrese y en lugar de reprenderlo al recibirlo, lo abraza para reconstruirlo y hace fiesta por el gozo de haber hallado a su hijo perdido.
Líbranos del mal
La oración termina con una frase que nos da pie para reflexionar en un último aspecto del amor de Dios Padre reflejado en nuestros padres. Dios no quiere que ninguno de sus hijos se pierda. Busca la manera de advertirles, a través de la conciencia, que ciertas cosas están mal y que no las debe hacer. No porque va a recibir un castigo divino, sino que, más bien, porque puede hacerle un daño. Así también los papás. A veces no comprendemos las prohibiciones o las negativas de algunos permisos. A veces incluso nos enojamos porque no nos han permitido hacer alguna cosa. Pero en el fondo nuestros padres están intentando hacer lo que hace Dios Padre, librarnos del mal. Ellos quieren lo mejor para nosotros y es por eso que nos marcan un límite para evitar que caigamos en algún mal que tenga una consecuencia negativa en nuestra vida.
Actividad simbólica:
Después de leer estas breves reflexiones se les invita a reunirse en familia. La actividad simbólica que se les propone es recordar algún momento en que su padre les ha dado el pan de cada día, que los ha perdonado o que los ha librado de algún mal y agradecérselo frente a toda la familia presente.
Oración:
Se termina este momento con una oración que pueden recitar todos juntos en voz alta.
Dios Padre de bondad, te pedimos por nuestro papá (decir el nombre). Te pedimos que infundas la fuerza de tu amor de Padre en su corazón para que sea para nosotros reflejo de tu amor. Para que así podamos sentir tu providencia, tu misericordia y tu protección. Amén.