Oración para afrontar desgracias o peligros
En nuestro caminar por este mundo podemos enfrentarnos a grandes desgracias o padecer peligros que nos provocan miedo, inseguridad, incertidumbre, inestabilidad. En medio de estas circunstancias adversas podemos preguntarnos ¿Dónde esta Dios? Él nos dijo, como lo atestigua el salmo 91, que es nuestro refugio. Sin embargo, nos encontramos solos, invadidos por el temor, limitados por el mal. Y entonces ¿Cómo orar en esos momentos? ¿Qué oración elevar al Señor para afrontar desgracias o peligros?
¿DIOS MANDA EL SUFRIMIENTO?
A veces, por un mal entendimiento o por una errónea formación, podemos pensar que Dios manda el sufrimiento. De manera equivocada se nos ha enseñado a aceptar, de modo sumiso y sin remedio tanto los bienes como los males que nos “vienen” de Dios. La historia bíblica que surge en la mente al pensar en esta realidad es Job. En este texto parece que Job tiene que aceptar de Dios tanto los bienes como los males. En el fondo este libro bíblico lo que busca hacer es poner en cuestionamiento lo que era en la teología tradicional hebrea la retribución: Dios premia a los buenos y castiga a los malos.
En el libro de Job vemos cómo el autor quiere hacer ver que también los justos sufren. ¿Cómo puede ser cierta entonces esta visión de la retribución? Y es lo que experimentamos nosotros también al tener que afrontar desgracias. En nuestra vida o en la de nuestros seres queridos experimentamos la muerte, la enfermedad, las consecuencias de una catástrofe natural, la violencia, el abuso a menores y tantos daños físicos y morales. Estas desgracias o peligros no los merecemos. Y mucho menos son un castigo divino. Dios nunca manda el sufrimiento, lo permite, para sacar de él un bien mayor.
¿CÓMO AFRONTAR LA DESGRACIA?
Dios no es el origen de nuestro mal y de nuestro dolor. De hecho el sufrimiento del justo permanece como un misterio que no termina de esclarecerse. Todas las culturas se han preguntado por el misterio del mal. Cada una le da su respuesta. ¿Cuál es la respuesta de la revelación cristiana?
Primero encontramos una respuesta en la revelación del Antiguo Testamento. El libro de Job, anteriormente citado, junto con el Salmo 73 nos da una clave. En los dos textos la pregunta es la misma que nos podemos hacer hoy: ¿por qué si somos buenos sufrimos? Estos escritos no nos dan una respuesta resolutiva al problema. Es decir, no nos dan una solución a la desgracia que estamos viviendo o al peligro que nos acecha. Más bien presentan como respuesta al sufrimiento el encuentro con Dios que consuela.
Nosotros muchas veces queremos que nos quiten el sufrimiento, que nos aparten del peligro y del dolor. Pero no nos damos cuenta que es precisamente ahí en donde el Padre de bondad saldrá a nuestro encuentro para llenarnos de su amor y de su consuelo. Entonces el dolor y el sufrimiento se disuelven en la mirada del Padre bueno que nos sostiene.
¿CÓMO ORAR EN ESOS MOMENTOS?
Entendiendo que nadie nos quitará las desgracias o los peligros y que a lo que nos invita la revelación es a encontrarnos con Dios: ¿cómo orar para encontrarlo? Podemos hacer uso del salmo 73. La belleza de sus palabras nos inspiran. Y la sencillez de las mismas hacen que todos nos podamos sentir identificados.
En esos momentos de tanta oscuridad y de tanta desgracia y peligro, hay que tomar el propio crucifijo en la mano, apretarlo con fuerza y repetir con fe las frases del salmo: «Yo estoy siempre contigo», «Me tomas de la mano», «Me guías según tus planes», «Me conduces tras la gloria», «Estando contigo no hay gusto en la tierra», «Tu eres mi roca, mi lote, Dios por siempre», «Pero mi bien es estar junto a Dios», «He puesto mi cobijo en Dios».
Repetir una y otra vez estas frases nos permiten entran en la presencia de Dios. Ante Él y en Él nada tememos. La fuerza de su amor nos da estabilidad en los momentos de mayor inestabilidad. Nos da paz en las circunstancias de angustia. Nos fortalece en esas experiencias de profunda debilidad. En el fondo no obtenemos una solución o una resolución. Sino que nos sale al encuentro el Dios bueno que quiere ser para nosotros sustento.
MIRAR AL CRUCIFICADO
En la revelación del Antiguo Testamento se encuentra, en la relación con Yahvé, paz ante tanto dolor. Pero Dios fue más allá. No solo quiso consolarnos con su presencia desde lo externo de nuestro dolor sino que se hizo hombre para asumir todos los dolores y sufrimientos y padecerlos con nosotros. El texto que relata la muerte de Jesús en Juan cita al profeta Zacarías y dice: «Mirarán al que traspasaron» (Jn 19, 37). Nosotros también, en los momentos de desgracia y peligro, miremos al traspasado. Él vivió y padeció por nosotros todo dolor. Que Él sea nuestro consuelo.
Dirijámonos con confianza al Señor con esta oración:
Padre Dios la angustia y la aflicción han invadido mi vida y mi hogar. La desgracia y el peligro están acechándome. No se cómo afrontar esta situación. He buscado medios humanos para encontrar la paz pero no la descubro. Necesito que tu, con la fuerza de tu divinidad, me sostengas. No encuentro remedio a mi angustiosa situación. Lo único que encuentro es a ti. Y tu llenas mi vida con tu luz. No necesito nada más, no quiero nada más. Tu presencia me llena de consuelo. Solo te pido, Señor, con humildad, que nunca te alejes de mi. Te necesito. Sostenme en esta dura prueba. Amén.