«En los ancianos está la sabiduría»
Nuestra sociedad nos ha llevado a pensar que los mayores de edad, en cierto sentido, ya no sirven para nada. Como se han disminuido sus fuerzas físicas y psicológicas, se cree que ya no sirven porque no son productivos. La sociedad pone como valor principal el dinero, la utilidad, la productividad, etc… Pero nos debemos preguntar ¿Esos son los valores más importantes? ¿No será que existen otros valores por los que podemos vivir? Y si consideramos otros valores quizá podamos reconocer la aportación de los ancianos. Este artículo está dedicado a valorar aquello que los mayores de edad nos pueden ofrecer en este mes que festejamos a los abuelos.
Introducción:
Un miembro de la familia puede leer en voz alta la siguiente introducción.
Nos reunimos en torno a nuestros abuelos para hacer una acción de gracias. Ellos nos han precedido en los gozos, en los dolores, en las caídas y en las victorias. Su vida es un testimonio de lucha y de esfuerzo que no debemos desperdiciar. Ellos son testimonio de la fidelidad de Dios durante toda la vida. Ellos saben vivir de lo esencial. Ellos poseen la verdadera sabiduría. Escucharlos es aprender de su vida y sacar de ella lo mejor.
Lectura:
Se lee en familia el siguiente texto:
«En los ancianos está la sabiduría, en la vida larga, el entendimiento.» Job 12, 12
Reflexión individual y familiar:
Se pueden servir de estas ideas para reflexionar sobre el texto antes leído.
El texto que acabamos de leer es un pequeño versículo tomado del libro de Job. Uno de los libros más hermosos del Antiguo Testamento en el que se nos presentan unas de las reflexiones sapienciales que se hace el pueblo de Israel. En este libro, entre otras cosas, se habla de la sabiduría. La sabiduría es algo que todo hombre, de toda civilización, ha buscado adquirir. Para el libro de Job la sabiduría no se puede comprar. Solo Dios posee la sabiduría y para poder participar de ella se le exige al hombre una disposición. Esta disposición es llamada: el temor del Señor.
Este temor no es tenerle miedo a Dios, sino que reconocer que Él es nuestro Dios. Que nosotros dependemos de Él. Que Él es el único que posee la sabiduría y que lo que vamos conociendo o descubriendo es solo un poco de lo grande y magnífica que es la verdad. Pero para poder llegar a este temor y por lo tanto, a la sabiduría, nos lleva tiempo. Por eso nuestros abuelos, los ancianos, los mayores, nos llevan la delantera. Ellos han vivido experiencias que los han llevado a descubrir la verdadera sabiduría.
Ahora bien, no todos los logran. Hay algunas personas que en el caminar de la vida, en lugar de adquirir la sabiduría, se cierran a la verdad considerando que solo ellos tienen la razón y no se abren a la posibilidad de descubrir, en otros y, sobre todo, en el Otro la sabiduría. Por eso la condición previa para adquirir sabiduría según el libro de Job es el temor del Señor.
Este temor nos permite ubicar quienes somos. Esto es, en la vida nos vamos dando cuenta de que no lo podemos todo, no lo poseemos todo, no todo lo podemos controlar, no lo sabemos todo. Y esta experiencia se acrecienta con los años. Cuando las piernas nos empiezan a dejar de reaccionar como antes, nuestros reflejos empiezan a disminuir, nuestra mente inicia a olvidar cosas, nuestra inteligencia ya no tiene la misma rapidez, esto provoca un duro encuentro con la verdad del hombre.
Esta verdad es que solo Dios puede completarnos. Que dependemos totalmente de Dios. Y esta es la preparación para el cielo. Pero este paso es duro, doloroso, frustrante y a veces incluso difícil de aceptar. Por eso las personas mayores requieren de nuestra paciencia. Ellos están en el proceso de descubrir la verdadera sabiduría que es el temor del Señor. Ellos están haciendo la experiencia de que si no tienen a Dios no tienen nada.
Por eso es necesario acompañarlos en este camino que les está exigiendo mucho. La vejez no es fácil y la mayoría de nosotros pasaremos por ella. Es por eso que nuestros abuelos necesitan nuestra comprensión, compañía, ternura y amor. Pero además tienen mucho que enseñarnos. A veces sin hablar. Su propia vida es un testimonio del destino de todo hombre. Su propia vida, sin hablar, nos habla.
Pero, además, hay algunos que si nos pueden compartir de palabra las experiencias que han vivido y por lo tanto la sabiduría de su vida. Nuestra misión como hijos y nietos es escucharlos. Una escucha capaz de apreciar la sabiduría de la vida y de captar el mensaje de lo que es esencial y por lo tanto tomarlo como enseñanza.
Actividad simbólica:
Después de leer estas breves reflexiones se les invita a reunirse en familia en torno a los abuelos. Cada uno de los miembros de la familia le mostrará a su abuelo, con un ejemplo concreto, con una experiencia vivida, algo que haya aprendido de él. Después de haberlo compartirlo le puede entregar un objeto simbólico que represente aquella enseñanza. Puede ser algo sencillo, un objeto de la propia casa: un reloj, una flor, una joya, una vela, un cuadro o algo por el estilo. Al entregarle el objeto le puede decir: Gracias abuelo por existir, gracias por enseñarme, con tu vida, lo que realmente importa. Intentaré vivir según tus enseñanzas y tu ejemplo.
Oración:
Se termina este momento con una oración que pueden recitar todos juntos en voz alta.
Dios Padre de bondad, nos reunimos en familia para pedir por nuestros abuelos. Ellos son el tesoro más grande de la familia porque en ellos se alberga la sabiduría. Te pedimos que nos enseñes a aprovechar sus enseñanzas y a la vez a darles todo nuestro cariño. Te los ponemos en tus manos de Padre para que los cuides, los protejas y los defiendas de todo mal. Amén.