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No tendrás otros dioses delante de mí

 

La revista de este mes ha dedicado algunos de sus artículos para reflexionar en el culto a las imágenes en la Biblia y la idolatría. Lo que se ha comprendido con la mente es bueno hacerlo oración para que toque el corazón y en consecuencia la propia vida. Este artículo nos puede ayudar a que, en familia, meditemos en esta verdad y la llevemos a la práctica.

 

Introducción:

Un miembro de la familia leer en voz alta la siguiente introducción.

Nos reunimos en familia para aprender a no dar culto a ninguna imagen que no sea Jesús y los santos sabiendo que solo hay un Dios y que solo Él merece toda la alabanza y toda gloria.

 

Lectura:

Leer en familia el texto del libro del Éxodo capítulo 20 versículos 3 y 4.

 

«No tendrás otros dioses delante de mí. No te harás ninguna imagen ni cualquier tipo de representación de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra o en las aguas por debajo de la tierra. No las adorarás ni les rendirás culto.» Ex 20, 3.4

 

Meditación individual y familiar:

Se pueden servir de estas ideas para meditar sobre el texto antes leído.

 

El texto que se acaba de leer forma parte de lo que nosotros los católicos conocemos como el decálogo. Es una serie de leyes que Dios da a su pueblo después de haberse manifestado a ellos en una teofanía en el monte Sinaí. Dios los había liberado de Egipto y en el camino hacia la tierra de la promesa, en el desierto, les da una ley. Al cumplir esta ley el pueblo se mantenía en la alianza con Dios. Este Dios era distinto al faraón. El faraón con su poder había esclavizado al pueblo. Dios era, en cambio, el Señor que hacía que su pueblo viviera en libertad.

 

Pero la condición para que este pueblo fuera libre era cumplir en especial con este primer mandamiento: «No tendrás otros dioses delante de mí». Así el pueblo comprendió que Él era el único Dios y Señor capaz de dejar a la persona en libertad y conducirla a la plenitud de la libertad. Si el pueblo elegía seguir a otros dioses y caer en la idolatría, entonces volvería a ser un pueblo esclavo como lo fue en Egipto.

 

Esto es precisamente lo que sucedió. El pueblo, en la tierra de la promesa, en algunas ocasiones llevó a cabo un culto sincretista mezclándose con el culto Cananeo. Un ejemplo es el culto a Baal, dios cananeo de la fertilidad, que ofrecía la lluvia para que los campos tuvieran cosecha. El pueblo de Israel, en lugar de buscar a Dios para pedirle la lluvia y la bendición para la tierra, a veces buscaba a Baal cayendo así en la idolatría. Esto no le permitía ser un pueblo libre sino esclavo de otros dioses.

 

Esto lo podemos aplicar a nuestra vida y a la de nuestra familia. En qué medida dejamos que Dios sea el Señor de nuestra historia. En qué medida lo dejamos intervenir con su bendición para el bien de nuestra familia. Hay que preguntarnos si lo podemos en primer lugar en nuestra vida y si es al primero que buscamos cuando tenemos una necesidad. Hay que ser conscientes de que buscar a otros dioses, que a veces somos nosotros mismos nuestro dios, nos puede conducir a un camino de esclavitud y no de libertad.

 

Démosle a Dios su lugar, su sitio y su espacio. Rindámosle culto solo a Él y no busquemos a otros dioses que nos prometen una vida fácil y segura pero pasajera. Busquemos al Dios que nos ofrece una vida plena y en libertad. Al único Dios verdadero que se ha hecho visible en Cristo Jesús y rindámosle culto solo a Él.

 

Se pueden dejar unos minutos de silencio para la meditación personal.

 

Oración:

Si se considera oportuno, se le puede sacar copias a la oración para que cada uno pueda participar mejor.

 

Dios y Señor, tú eres el único Dios de nuestra familia. Solo a ti te rendimos nuestro culto y nuestra alabanza. Te ponemos en el centro de nuestra vida para que conduzcas nuestra familia por caminos de libertad. Te pedimos que seas tú quien derrame tu bendición sobre cada uno de los miembros de esta familia y de esa manera no busquemos otros ídolos que nos esclavizan. Amén.

 

Compromiso:

 

Después de haber leído, meditado y orado con la Palabra de Dios ésta nos debe mover al compromiso. Hoy, en familia, recitemos un credo para recordar y renovar nuestra fe en un único Dios. Y comprometámonos a rendirle culto solo a Él dejando a un lado todo tipo de idolatría que nos lleva a la esclavitud.



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