El origen de la fiesta de la Navidad
¿Realmente Jesús nació el 25 de diciembre?
La fecha del 25 de diciembre es para la mayoría de nosotros de cultura Occidental uno de los días más hermosos de convivencia familiar y religiosa de todo el año. Sabemos que es el día que se conmemora la fiesta litúrgica de la Navidad la cual recuerda el nacimiento de Jesús de Nazaret quien es venerado por los cristianos como el Hijo de Dios hecho hombre, nacido de María Virgen, para la salvación y justificación de toda la humanidad. Pero ¿por qué se celebra este día? ¿Se sabe realmente cuándo nació Jesús? O ¿por qué se eligió esta fecha y no otra?
Este artículo está dedicado a explicar el origen histórico de la fiesta de la Navidad y a demostrar que el día elegido en el s. IV no es una coincidencia, sino que da sentido al arte, al culto, a los textos litúrgicos y al misterio que se celebra en la Navidad.
Los textos que relatan la vida de Jesús de Nazaret son los llamados Evangelios. Los Evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) presentan algunos breves e incipientes relatos de la infancia del fundador del cristianismo. Ninguno de ellos, ni tampoco el Evangelio de Juan, concretan el día exacto del nacimiento de Jesús. Estas fuentes no arrojan luz para saber la fecha exacta del nacimiento del Señor. Recordemos que estos textos no son biografías de la vida de Jesús, sino que son textos escritos para las comunidades cristianas para anunciar una buena noticia. Esa noticia para ellos era la llegada de un salvador, el Mesías esperado, Jesús de Nazaret.
Por lo que no sorprende que los detalles exactos del nacimiento de Jesús, como lo es la fecha, no sean recogidos en esos textos. Incluso, Orígenes, uno de los más importantes padres de la Iglesia, llegará a decir que no se celebra el día del nacimiento de Jesús ya que eso era una costumbre pagana.
Según esta información, la fecha histórica del nacimiento de Jesús es desconocida. El 25 de diciembre, día en el que se celebra el humano nacimiento de Jesús, es una fecha más bien litúrgica. Como se sabe, la liturgia es la celebración de los misterios de la fe para los cristianos. En el calendario litúrgico fueron progresivamente incorporándose las distintas fiestas que recuerdan dichos misterios de la vida de Jesús, de María y de los santos.
En el s. IV, la fecha del 25 de diciembre fue instituida como el día del nacimiento de Jesús. Esta fecha aparece en Roma como fiesta cristiana después de la paz de Constantino. Primero se impone en Occidente y después en Oriente. De hecho, aparece esta fiesta por primera vez en el Cronógrafo del 354 a la par de otras noticias civiles. El calendario señala los mártires más reconocidos de quienes se celebraba su día de nacimiento. A la cabeza de esta lista aparece la fiesta de la Navidad, conmemoración del nacimiento de Aquel por quien los mártires dieron testimonio con su propia vida.
A partir de este momento los padres de la Iglesia predican esta fecha como histórica y se esfuerzan en demostrarlo. Ahora bien, sabiendo que no es una fecha histórica la pregunta que surge es la siguiente: ¿por qué motivo se celebra ese día y no otro?
Como sabemos la libertad de profesar la fe cristiana en el año 313 hizo que progresivamente el cristianismo se fusionara con el imperio romano tanto de Oriente como de Occidente. En este tiempo los cristianos del imperio colocan la fiesta de la Natividad de Jesús en la fiesta pagana dedicada al dios-sol; el sol invicto. El motivo de esta fiesta se encuentra en el fenómeno natural del solsticio de invierno. El día 25 de diciembre, después del solsticio de invierno, es el día en que el sol empieza a levantarse desde el punto más bajo al que llega.
Es así como se fusiona el significado pagano y el religioso con la imagen del sol. Jesús sería entonces el sol que se levanta. Es el que vence la oscuridad y las tinieblas de los hombres trayendo su luz; la luz de Dios. Esto se realiza a partir de su nacimiento histórico. Los cristianos consideran que Jesús es el Hijo de Dios que se hizo hombre para hacer que los hombres se asemejen a Dios a través de su gracia. Y esto es lo que se celebra el 25 de diciembre día en que Jesús, Dios, nace. Se utiliza para ello la metáfora del sol que sale y vence las tinieblas de la noche y de la oscuridad.
Esta idea es también representada en el icono de la fiesta litúrgica de la Natividad. En la tradición ortodoxa, las fiestas litúrgicas van acompañadas de textos bíblicos que se utilizan para dar sentido a la fiesta. También van acompañadas de himnos litúrgicos con significados dogmáticos y teológicos. Y además van acompañadas de un icono, ventana a la trascendencia, que hace visible ese misterio que se celebra en la fiesta litúrgica.
En el caso de la fiesta de la Natividad el icono litúrgico es llamado: la Natividad según la carne del Señor y Dios y Salvador nuestro Jesucristo. La composición geométrica utiliza una cuadrícula de 9 rectángulos y coloca en el centro de la escena a Jesús niño que nace en Belén. El centro real del icono es la cabeza del niño Jesús que está en el eje vertical simétrico y conecta al Salvador con la estrella y con el vientre de la Virgen con la intención de mostrar el significado de la escena. La estrella muestra a Cristo que es el sol que viene a iluminar al mundo en tinieblas.
El sol es imagen de toda la vida de Jesús. Así como el sol sale por la mañana, recorre su camino, muere al final de la tarde y al día siguiente vuelve a salir, Jesús es Dios hecho hombre que nació, vivió, murió y resucitó. Eso se muestra en el centro de la escena del icono de la Natividad.
Jesús es el sol que nace por eso se representa ligado al vientre de la Virgen María por el eje vertical de la estructura geométrica. Fue envuelto en pañales y por eso es representado con una tela color blanco. Y fue acostado en un pesebre dentro de una cueva en Belén. Estos elementos del icono son aquellos evidentes para la escena de la fiesta de Navidad. Pero en este icono no sólo se representa la Navidad, sino que toda la vida de Jesús, Sol de Justicia.
Jesús es el sol que morirá. La cueva es además símbolo de la tumba. Es pintada con un color negro que manifiesta la oscuridad y la muerte. El pesebre es en realidad un sepulcro más que un sitio en donde los animales se alimentan. Y el niño está recubierto con el sudario color blanco con lo que se envolvía a los muertos. Y finalmente el rostro de María no es de alegría y gozo por el nacimiento de su hijo, sino que de tristeza. Todos estos elementos apuntan a la muerte de Jesús mostrándolo Dios, pero también hombre. Representa el motivo por el cuál Dios se hace hombre, para salvar y justificar a los hombres a través de su muerte en cruz.
Finalmente, Jesús es el sol que volverá a salir al día siguiente, es decir, es el sol que resucitará trayendo consigo a todos los hombres dándoles la nueva vida en Cristo. Esto se ve en el color blanco del sudario que cubre al niño que simboliza la divinidad, toda la luz, el mundo divino y la ausencia de color. Jesús es Dios que, a través de su muerte vence de manera definitiva la oscuridad y ofrece a todo el que cree la vida eterna, la resurrección y la vida de la luz.
La Natividad, Rublev s. xv
El siguiente himno litúrgico ortodoxo muestra como en esta fiesta se utiliza el símbolo del sol para hablar del nacimiento de Jesús: «Hoy la Virgen da a luz al creador del universo. El Edén ofrece la cueva, y la estrella indica a Cristo, sol para cuantos están en tinieblas. Los magos lo adoran con dones, iluminados por la fe. Los pastores han visto el prodigio, mientras los ángeles recitaban himnos diciendo: Gloria a Dios en lo alto del cielo.»
La tradición católica dedica dos momentos litúrgicos fuertes el 25 de diciembre para conmemorar el nacimiento de Jesús además de los oficios de la liturgia de las horas: la Misa de media noche y la Misa del día. Los textos bíblicos utilizados para esta fiesta litúrgica complementan todo este sentido teológico que se ha mencionado.
Se realiza una Misa, celebración litúrgica católica por excelencia, a media noche. La noche recuerda a los creyentes la condición de oscuridad y tinieblas que viven sin la llegada del Mesías, la Luz, el Sol de Justicia. Esta Misa retoma las palabras del profeta Isaías, profeta del pueblo de Israel que anuncia al Mesías esperado: «El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en tierra de sombras, una luz resplandeció» (Is 9, 1). Es así como lo que el profeta anuncia se cumple en Jesús.
La Misa continúa entre cantos de júbilo. La asamblea afirma que hoy le ha nacido un salvador y se le invita a la alegría. El Evangelio, texto central de la celebración, es leído y escuchado de pie. Se lee el texto de Lucas quien relata el nacimiento de Jesús: «Le llegó a María el tiempo de dar a luz y tuvo a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre.» (Lc 2, 6-7).
Además, se puede realizar una Misa en el alba llamada Misa de la aurora. En esta Misa se recuerda a Jesús, el sol que nace para traer luz a los hombres y se lleva a cabo a la hora que el sol sale anunciando un nuevo día. Inicia con una bella antífona: «Hoy brillará una luz sobre nosotros».
De esta manera la fecha elegida para la fiesta, día después del solsticio de invierno, centra la atención en el símbolo del sol. A partir de esta imagen se explica todo el sentido teológico de la Navidad el cual se expresa en el arte, es decir el icono, en los himnos de la liturgia, en los textos bíblicos y en el momento del día que se elige celebrar la liturgia (media noche y aurora) constituyendo así una unidad simbólica rica para los creyentes.