Sean santos como Dios es Santo
En este artículo se analizará el concepto de lo santo y la santidad en el AT. Nuestro concepto de santidad actualmente tiene una connotación moral. Desde nuestra mentalidad, una persona santa es aquella que se comporta según los valores morales que presenta el cristianismo. Es aquella que es buena, compasiva, generosa, piadosa, etc. Y la santidad nos puede parecer lejana y solo para algunas personas privilegiadas. Podemos preguntarnos: ¿siempre se ha pensado así? ¿qué dice la Biblia de la santidad? ¿qué es la santidad para la mentalidad hebrea? ¿yo puedo ser santo y cómo?
Introducción:
Un miembro de la familia leer en voz alta la siguiente introducción.
Nos reunimos en familia para entender mejor el concepto de santidad en el AT y así decidirnos a buscar, nosotros también, el camino de santidad que Dios tiene preparado para nuestra familia.
Lectura:
Leer en familia el texto del libro de Isaías capítulo 6 versículos del 1 al 3.
«Vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: el borde de su manto llenaba el Templo. Por encima de él, unos seres de fuego se mantenían erguidos; cada uno tenía seis alas: con dos de ellas se cubrían el rostro, con dos, el cuerpo, y con dos volaban. Se gritaban unos a otros diciendo: “¡Santo, santo, santo es el Señor todopoderoso, la tierra está llena de su Gloria!”.» Is 6, 1-3
Meditación individual y familiar:
Se pueden servir de estas ideas para meditar sobre el texto antes leído.
El texto que se eligió para este artículo se encuentra en el relato de la vocación de Isaías. El profeta tiene una visión en el Templo de Jerusalén. Ve a Dios. Y en esta visión los querubines anuncian el nombre de Dios: Santo, Santo, Santo. Para el pueblo de Israel Dios es el tres veces santo. Pero esto ¿qué significa? Para la mentalidad hebrea Dios es el Santo porque es la divinidad, la pureza absoluta, la vida misma. Y por eso se debe separar de todo lo que es impuro. Ya que lo puro y lo impuro se repelen.
Este Dios que es Santo quiere morar en medio de su pueblo. Y para ello, el pueblo tiene que purificarse a través de ritos externos lavándose con agua. Ya purificados pueden entrar en contacto con Dios. Es por eso que Israel organiza su vida para que siempre Dios pueda morar en medio de ellos.
A lo largo de la historia de Israel este concepto de pureza fue ampliándose. Ya no sólo se preocupan de una pureza externa, ritual, sino que empieza a importarles también la pureza interior. Es así como Isaías habla de un carbón ardiente que viene del altar y le quema la boca perdonando sus pecados (cf. Is 6, 6-7). A la purificación ritual del agua que realizan los sacerdotes, se le añade una purificación con fuego que viene del altar de Dios. El agua purifica externamente pero el fuego purifica el interior de todo pecado.
Así llegamos a nuestro concepto de santidad el cual se refiere a un cambio interior; una purificación del corazón para que seamos como Dios. Es Dios quien, a través del agua y el fuego del Espíritu, va purificando nuestro interior hasta transformar el corazón, perdonando nuestros pecados y santificarnos para llegar a ser como Dios. Se cumple en nosotros lo que dice el libro de Levítico: «Sean santos como yo soy Santo» (cf. Lv 11, 44).
Tenemos que aprender a abrir el corazón para acoger al Espíritu Santo que nos santifica. Él, a través del bautismo de agua y fuego, purifica nuestro corazón hasta hacer nuestras vestiduras blancas como la nieve. Y también nos purifica como el oro en el crisol quemando todas nuestras imperfecciones hasta hacernos como Dios.
Se pueden dejar unos minutos de silencio para la meditación personal.
Oración:
Si se considera oportuno, se le puede sacar copias a la oración para que cada uno pueda participar mejor.
Dios Santo, venimos ante ti como familia. Humildemente te pedimos que nos santifiques. Santifica nuestra alma, purifica nuestro corazón, lávanos y quema todas nuestras imperfecciones. Queremos ser una familia santa, pero para ello necesitamos de tu gracia. Manda a nuestro hogar tu Espíritu Santo para que nos santifique, purifique y nos haga como tú. Amén.
Compromiso:
Después de haber leído, meditado y orado con la Palabra de Dios ésta nos debe mover al compromiso. Hoy, en familia, tomemos la firme decisión de crecer en santidad. Para ello debemos aceptar que no podemos solos, que tenemos que implorar constantemente la ayuda del Espíritu Santo para que nos santifique.